Hubo un tiempo, en Berlín (muy) a principios de los noventa, cuando la música de baile electrónica había llegado a su primera madurez y se había transformado en «El sonido de la ciudad de las mil músicas». Siendo el lugar que es, ya se habían realizado serias teorizaciones formales y filosóficas sobre el fenómeno techno y cualquiera con un poco de interés podía haberse enterado por Frank Hartmann de que la repetición del bucle rítmico significa una quiebra con el pensamiento...