Estamos ante un death tecnico bastante trabajado, con riffs que juegan con el ritmo, algunos de ellos muy pegadizos, pero sin caer nunca en la simpleza. Demuestran que no es necesario ir a altas velocidades para hacer death tecnico de calidad. También tienen su hueco solos elaborados y bastante personales.
Realmente Anton Svedin es un guitarrista que ha salido de la nada, pero está demostrando tener mucha calidad y personalidad. Hablando de los demás instrumentos, la batería está muy bien...