La música de Molly Nilsson, artista sueca afincada en Berlin desde hace casi 10 años, podría definirse como synth pop en su definición más amplia; melodías pegadizas sobre bases que se repiten, teclados a ratos juguetones a veces tímidos, voz grave y seductora, coros mágicos, letras que bailan con la nostalgia. Sus canciones podrían ser las distintas formas de caminar según el día o el estado de ánimo: pies ligeros (The Lonely), zapatos mojados (Last Forever), mirando a lo alto...