Algo nuevo se estaba gestando, de eso no cabían dudas.
Las palabras "heavy-metal" comenzaban a escucharse cada vez más, los conciertos metálicos comenzaban a poblarse de chicos vestidos como motociclistas, o mejor dicho, con sus ropas y accesorios: camperas de cuero, botas, jeans, cinturones y las infaltables tachas y cadenas.
Tampoco faltaban los cuernitos hechos con la mano ni toda una parafernalia de referencias satánicas. Todo esto le daba casi un aire místico y ceremonial a los...